Daki Semiárido Vivo
Rescate ancestral y resiliencia climática son temas de Intercambio de agricultores/as en el Corredor Seco Centroamericano
Entre el 17 y el 28 de julio de 2023, se llevó a cabo el Intercambio Internacional de Conocimiento sobre Agricultura Resiliente ante el Cambio Climático, que tuvo sede en El Salvador. Durante esta actividad se contó con la participación de 35 personas provenientes de Argentina, Brasil, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador. Este evento formó parte de la lista de intercambios internacionales que también se han realizado en Brasil y Argentina como parte del Proyecto DAKI – Semiárido Vivo. Asimismo, este evento dio continuidad al 1º Programa de Formación, realizado en 2022, en formato de Educación a Distancia; y pertenece al 2º Programa de Formación en Agricultura Resiliente al Clima.
Por: Nathalie Trabanino
Un recorrido por las regiones áridas centroamericanas
Durante el Intercambio Internacional se visitaron experiencias en Guatemala, Honduras y El Salvador, y se contó con aprendizajes diversos sobre Agricultura Resiliente al Clima (ARC). Los temas que destacaron durante la gira son: el rescate y producción de semillas nativas, uso de abonos orgánicos, formas de organización de las comunidades, políticas públicas, manejo de agua, cultivos orgánicos y diversificados, participación de mujeres y jóvenes en la Agricultura y relevos generacionales en las organizaciones.
En Cuisnahuat, en el departamento de Sonsonate, habita Manuel Montes, quien fue uno de los productores visitados durante el Intercambio Internacional que se desarrolló en El Salvador. Manuel es un agricultor salvadoreño que desde el 2014 está convencido de la necesidad de proteger y regenerar los suelos degradados, como opción para producir alimentos saludables. En la porción de tierra que posee genera insumos para la seguridad alimentaria de él y su familia.
Con mucho esfuerzo trabaja en un terreno de ladera, al lado de su esposa y sus dos hijos, y siembra diversidad de hortalizas, a base de insumos orgánicos que prepara él mismo.
A pesar del esfuerzo que implica su trabajo, Manuel está convencido que la agricultura orgánica es la mejor opción para el cuido de la salud y del medio ambiente. “En esta zona ya murieron bastantes personas de insuficiencia renal y otras que aún están enfermas y no es fácil estar en esa vida”, expresó Montes.
Por otra parte, en el corazón del Corredor Seco Centroamericano, en El Plan del Jocote de Chiquimula, en Guatemala, habita Gloria Díaz, quien es lideresa de la organización Mujeres Progresistas. Una organización de mujeres que luchan contra sequías severas y enfrentan la escasez de un servicio de agua que llega una vez al mes. Sin embargo, a pesar de las difíciles condiciones por no poseer suficiente tierra y enfrentar la escasez de agua, 260 mujeres indígenas han unido esfuerzos para preparar sus propios insumos orgánicos y desarrollar un sistema biodiverso de alimentos, que es producido en suelo árido y de ladera.
Gracias a sus esfuerzos y gestiones, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ( FAO), les ha apoyado con asistencia técnica, capacitación, asesoramiento y financiamiento para la construcción de reservorios de agua, que permiten la captación de lluvia. Asimismo, su sistema de riego por goteo a través del reciclaje de botellas plásticas, permite ahorrar el recurso hídrico a un nivel máximo.
Además de los huertos que se realizan dentro de la organización, Mujeres Progresistas cuenta con un banco rural y con la producción de artesanías, que les permite generar un ingreso adicional. ¡La organización es un ejemplo de lucha, unión y protagonismo femenino!
Tradición del maíz y rescate cultural y de semillas
Un factor común de las experiencias que se visitaron durante el Intercambio Internacional de El Salvador fue el rescate de prácticas ancestrales. Una de las formas de lograr la resiliencia y reproducir los conocimientos a otras generaciones, es a través de escuelas de campo agroecológicas y parcelas demostrativas, que permiten reproducir los conocimientos de generación en generación.
Al llegar a Nacaome en Honduras, se puede encontrar la organización campesina “Vecinos Honduras”, la cual representa un sistema innovador basado en el conocimiento y prácticas ancestrales, que permiten la conservación de diversas especies de maíz. Mediante la organización de la comunidad, se han inaugurado Los Comités de Investigación Agrícola Local (CIAL), que tienen la función de crear experimentos y evaluar cuáles semillas se adaptan mejor a las condiciones climáticas del momento. Año con año los y las productoras se encargan de estudiar los efectos que produce la lluvia y las sequías en las distintas variedades de maíz, para luego sembrar la semilla más adecuada en sus parcelas. Gracias al CIAL, en la comunidad se cultivan producciones de maíces altamente nutricionales y resistentes a los efectos del cambio climático, como el Maicito Criollo, Capulín, Guayape y Olote Rosado.
Por otra parte, en Ahuachapán, en El Salvador, existe una comunidad organizada para defender las semillas de maíz , que por años han alimentado a padres y abuelos. En esta experiencia los y las participantes del Intercambio tuvieron la oportunidad de visitar diferentes parcelas, en donde se utilizan técnicas orgánicas, que ayudan a la conservación y rescate de las milpas.La Milpa, que proviene del náhuatl milpan de milli “parcela sembrada” y pan “encima de,” es un sistema agrícola que data de la época prehispánica y constituye un espacio con variedades de especies nativas. El sistema que se basa en el cultivo de maíz, permite el asocio con diversas especies alimenticias como frijol, calabazas, loroco, mora, chiles, y frutas. Este sistema se basa en el policultivo y permite la creación de ecosistemas que ayudan al control biológico de insectos, fertilidad del suelo y polinización. Este esfuerzo se ha llevado a cabo mediante el asesoramiento del Movimiento Orgánico de El Salvador (MAOES).
Para el territorio centroamericano, el maíz ha sido de vital importancia en la alimentación y en la cultura e identidad de los pueblos, que se heredan de generación en generación. Desde las culturas precolombinas, se hacía la relación entre el maíz y la humanidad. El maíz genera identidad para Centroamérica porque se tiene la idea que a través de sus colores existe una representación del ser humano, debido a los distintos tonos de piel característicos de las etnias. Durante el intercambio se comentó que los garífunas son representados por el maíz rojo, los mestizos son representados por el maíz blanco y los indígenas por el maíz negro.
“El hecho de compartir con personas de diversos países y escuchar opiniones de diversas personas, fortalece el tema del conocimiento. Hablábamos sobre la importancia de la juventud con el conocimiento ancestral, y luego el ver las experiencias agroecológicas, creo que ha sido importantísimo porque muchas veces los jóvenes ni sabemos de dónde venimos; pero si conocemos nuestra historia eso fortalece mucho”, comentó Luis Naobil Xep, joven indígena de Guatemala y participante del Intercambio Internacional de DAKI.
Intercambio de semillas: una práctica resiliente a favor de la diversificación
Como parte de las actividades que conformaron el Intercambio Internacional, se acordó destinar un momento para compartir semillas nativas de diversos lugares de Latinoamérica, producidas de forma orgánica (es decir, sin químicos).
A través de este intercambio, los y las productores podrían compartir semillas provenientes de sus distintas regiones, y recolectar también variedades que les hicieran falta para sembrar en sus terrenos. Además, esta actividad es considerada una práctica resiliente, porque permite compartir semillas entre agricultores y agricultoras, asegurando la vida de estas especies en diversos lugares.
El momento fue muy emotivo porque se reflexionó sobre la importancia de agradecer a la tierra y a la naturaleza. Asimismo, se aprovechó para decorar el espacio con un Altar Maya, que muestra la conexión espiritual entre el corazón de la tierra y el corazón del cielo, según la cultura Quiché Maya.
El altar contenía elementos naturales como flores, hojas, agua y tierra, como una forma de representar los elementos naturales, y hacer una ofrenda al planeta tierra por permitir la vida a través de la Agricultura. Además, durante la actividad se compartieron semillas de maíz nativas de Brasil y Centroamérica, de frijol, semillas de flores, miel, entre otras variedades.
“Para nosotros el altar maya significa hermandad, el amor que nos tenemos a nosotros mismos y el amor que le podemos dar a otras personas”, comentó Beatriz Arana, productora familiar del departamento de la Libertad en Comasagua, El Salvador.
Un intercambio que establece redes internacionales
A través del Intercambio Internacional, los y las participantes pudieron convivir durante 15 días, conocer su trabajo y generar espacios de debate y propuestas sobre el futuro de la Agricultura Resiliente. Además, a través de la gira, se pudo conocer diversas formas de aprendizaje y organización.
Para el cierre de la gira, se propuso la apertura de canales de comunicación, que permitan una interacción constante entre los y las participantes del intercambio. La idea es compartir información sobre diversos temas de la agricultura, desde las distintas regiones y formas de trabajo. Se pensó en un modelo de comunicación basado en la cooperación Sur – Sur, que ayude a la integración de todos y todas por un mismo fin, y con lazos solidarios entre países.
Para este Intercambio de Conocimiento en ARC, se contó con la participación de representantes de pueblos tradicionales; productores/as, técnicos/as y estudiantes, todos y todas provenientes de distintos países de Latinoamérica.
“Es la primera vez que salgo de mi país y me pareció espectacular poder aprender de la cultura, y de cómo la gente cultiva en los espacios que tiene”, expresó Silvia Rueda, Integrante de la Mesa de Gestión del Bananal de Argentina, en la Comunidad Indígena Guaraní.
En el Corredor Seco Centroamericano, el DAKI- Semiárido Vivo es ejecutado a través de la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), que tiene sede en El Salvador. Su desarrollo en la región centroamericana ha permitido la sistematización de experiencias en Agricultura Resiliente al Clima en Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador. La diversidad de regiones y temas ha hecho del DAKI una iniciativa única y llena de riqueza cultural, que permite unir a las distintas regiones que la conforman.
“En Argentina, Brasil y el Corredor Seco existen condiciones complicadas, sin embargo son ecosistemas que tienen oportunidades. Pero para aprovechar las oportunidades que tienen, hay que hacer transformaciones. Se deben cuidar los ecosistemas, no deforestar, cuidar el agua. No vemos a los semiáridos sin vida, ni secos, sino, territorios donde hay oportunidades.
Nosotros tenemos el gran desafío en el Corredor Seco de transformar las formas de hacer agricultura, las formas de gestionar el agua, recuperar los ecosistemas terrestres para convertirlos en oportunidades. Durante el intercambio tuvimos la oportunidad de visitar varias experiencias de Agricultura Orgánica donde se pueden ver los avances que se tienen, a mí me llenó de esperanza”, explicó Ismael Merlos, Coordinador del Proyecto DAKI – Semiárido Vivo en el Corredor Seco Centroamericano.