Coordinadora pedagógica de DAKI – Semiárido Vivo habla sobre los desafíos y éxitos de la Formación en Agricultura Resiliente al Clima.

En entrevista, Júlia Rosas cuenta cómo ha sido realizar un programa de formación de agricultores/as y técnicos/as en las regiones semiáridas de América Latina.

Finalizó la primera etapa del I Programa de Capacitación en Agricultura Resiliente al Clima (ARC) del Proyecto Daki – Vivo Semiárido. En los próximos meses, la Etapa Territorio involucrará a los participantes en el desarrollo y ejecución de planes de acción en ARC dirigidos a sus territorios. Otros dos programas aún se desarrollarán en 2023.

En esta primera etapa se inscribieron 1669 agricultores/as y técnicos/as de tres regiones semiáridas de América Latina: Corredor Seco Centroamericano, Gran Chaco Americano y Semiárido brasileño. En esta entrevista, Júlia Rosas, coordinadora pedagógica del Proyecto DAKI – Semiárido Vivo, habla sobre la primera experiencia del Programa de Formación en ARC. Cuenta sobre las condiciones a menudo precarias de conectividad, sobre la rica experiencia de trabajar con audiencias tan diversas y hablantes nativos de diferentes idiomas y comenta sobre las herramientas pedagógicas.

1. Julia, la etapa del curso del Programa de Formación en Agricultura Resiliente al Clima (ARC) del proyecto DAKI – Semiárido Vivo ha llegado a su fin. En esta trayectoria, ¿cuáles han sido los retos y los éxitos conseguidos?

Júlia Rosas – Desde el principio, fue un gran reto y un gran potencial la diversidad del público que tenemos, agricultores, técnicos, llegar a estos diferentes perfiles, logrando dialogar con ambos al mismo tiempo. Tenemos 1669 inscritos, mucha gente de diferentes regiones de América Latina, que hablan diferentes idiomas y que a menudo están en zonas rurales.

El reto de la conectividad fue un punto muy fuerte desde el principio: que la gente pueda acceder a Internet, a la plataforma online, al conocimiento digital. Pero esto era también un gran potencial: la democratización del acceso a este tipo de cursos, en este formato de aprendizaje a distancia, a este tipo de conexión. Fue un reto junto con muchos otros, zonas horarias, idioma, temas diferentes. Pero también vemos mucho potencial en estos desafíos, en el sentido de construir alternativas, posibilidades para que la gente acceda y construya este conocimiento a través de este proceso de cooperación Sur-Sur.

Tenemos muchos reportes de que, a veces, la gente ve un video aquí en Brasil de lo que está sucediendo en Argentina o de una experiencia que se está llevando a cabo en el Corredor Seco, y al final parece que es en Brasil. Básicamente, se trata de cómo experimentamos procesos similares o diferentes, o cómo podemos aprender de las experiencias de los demás en este intercambio de conocimientos que se expande a otras fronteras.

También creo que la visión territorial del curso fue un éxito muy importante. Hemos trabajado desde el principio con esta perspectiva territorial, de que los alumnos estén en territorios, integrándose, construyendo de forma colectiva, haciendo las clases y las actividades de forma colectiva. Esto fortalece los grupos, los territorios. Durante el curso, los alumnos construyeron un mapa de sus territorios. Así que estuvieron observando y reforzando sus territorios durante todo el proceso. Fue un gran éxito.

Otro punto fuerte de DAKI – Semiárido Vivo es que tenemos mucho material publicado en la plataforma online, en la web del proyecto, en herramientas como WhatsApp. Mucha actividad y mucho intercambio de experiencias. Esta participación y este intercambio de conocimientos cara a cara y en línea que se construyó a lo largo del proceso fue increíble.

– Desde el principio, fue un gran reto y un gran potencial la diversidad del público que tenemos, agricultores, técnicos, llegar a estos diferentes perfiles, logrando dialogar con ambos al mismo tiempo. Tenemos 1669 inscritos, mucha gente de diferentes regiones de América Latina, que hablan diferentes idiomas y que a menudo están en zonas rurales.

El reto de la conectividad fue un punto muy fuerte desde el principio: que la gente pueda acceder a Internet, a la plataforma online, al conocimiento digital. Pero esto era también un gran potencial: la democratización del acceso a este tipo de cursos, en este formato de aprendizaje a distancia, a este tipo de conexión. Fue un reto junto con muchos otros, zonas horarias, idioma, temas diferentes.

2. El siguiente paso del 1er Programa de Formación en Agricultura Resistente al Clima es la Etapa Territorial. ¿Qué tiene de diferente esta etapa con respecto a la anterior?

Júlia Rosas – La etapa del curso fue una etapa en la que tuvimos clases y actividades pedagógicas específicas relacionadas con los temas de los módulos.  Fue un formato más relacionado con las clases, con momentos virtuales y presenciales en los que construimos colectivamente nuestros conocimientos y elaboramos mapas de cada territorio de forma participativa.

En la etapa territorial, actuaremos en los territorios; construiremos y ejecutaremos un plan de acción territorial sobre agricultura resiliente al clima. Reforzaremos los grupos formados en la Etapa del Curso, utilizaremos lo ya preparado para actuar directamente en los territorios con los recursos disponibles. Es un proceso es dar continuidad al Programa de Formación más allá de DAKI – Semi-Arid Alive.

Tenemos una increíble diversidad de acciones que son posibles de implementar en dos meses, con los recursos disponibles en nuestros territorios. Podemos profundizar en los temas que ya venimos trabajando, o fortalecer otros, podemos hacer talleres, intercambiar ideas entre comunidades vecinas, conocer prácticas, sumarnos a proyectos en marcha, hacer un programa de radio, una exposición fotográfica, proponer políticas públicas. Podemos llevar a cabo una enorme diversidad de acciones en nuestro territorio para fortalecer nuestros agrosistemas resilientes.

3. ¿Se cumplieron las expectativas del equipo de gestión del 1er Programa de Formación en Agricultura Resiliente al Clima de DAKI – Semi-Arid Vivo al inicio del proyecto? ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Desde la perspectiva de mi posición, que es la de tratar de organizar, construir y superar los retos que se presentan en las diferentes regiones a lo largo del proceso, creo que sí, se cumplieron muchas expectativas, incluso en el sentido de superar los retos de conectividad. Conseguimos movilizar a la gente, mantener una alta frecuencia de participación y de interés, conseguir que este fuera un proceso construido colectivamente, que el conocimiento que estábamos generando fuera compartido por todos; que consiguiéramos llevar a cabo este proceso de gestión del conocimiento, de cooperación Sur-Sur, de construir sobre la sistematización de las experiencias de los propios campesinos, de traer a los protagonistas de las experiencias, a las personas que están trabajando en los territorios semiáridos, al curso, a las clases.

Fueron grandes desafíos, porque es un curso largo, por lo que la propia construcción de las clases fue un reto para que pudiéramos compartir el proceso con todos. Y fuimos construyendo alternativas dentro de la propia tecnología para movilizar a la gente en las clases, a través de herramientas de WhatsApp, a través de plataformas online.

Conseguimos pasar por muchos temas. Es importante ver el Programa de Formación y cómo pasamos por varios temas, construimos y aterrizamos en ellos, viendo videos sobre temas que son importantes para nuestros territorios, agrobiodiversidad, agua, suelos, semillas, sistemas agroforestales y silvopastoriles, etc.

Y cuando lleguemos al final, en el módulo 4, sintetizaremos estos temas y nos daremos cuenta de que las regiones semiáridas de América Latina están proponiendo una Agricultura Resiliente al Clima basada en la democratización del agua, los bosques en pie, la agrobiodiversidad, los suelos sanos, la autonomía y la diversidad de los pueblos semiáridos. Son temas que hemos guiado a lo largo de la Etapa del Curso.

Creo que a lo largo del proceso hemos madurado, incluyendo nuestra producción de conocimientos, contenidos y nuestros procesos de compartir estos contenidos.

Y el proceso de cartografía participativa también fue muy interesante. Aportó mucha información, tanto dentro de los territorios como para ser compartida entre la gente.

Y el propio proceso de visibilización de las experiencias sistematizadas, de los protagonistas que están ahí en los territorios, creo que fue un proceso de maduración y aprendizaje, de cambio. Al final, tenemos una construcción participativa y visible que nos muestra tanto el potencial como los retos de los territorios semiáridos.

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