Daki Semiárido Vivo
Conozca la experiencia innovadora de cooperación entre agricultores resilientes al clima en las regiones semiáridas de América Latina
El 12 de septiembre es el Día Internacional de la Cooperación Sur-Sur. La fecha marca la colaboración y la solidaridad entre los países del sur global. Agricultores y técnicos de ocho países latinoamericanos (Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia, El Salvador, Guatemala y Nicaragua) unieron fuerzas para capacitarse en agricultura resiliente al clima para regiones semiáridas.
Los 1669 inscritos forman parte del 1er Programa de Capacitación en Agricultura Resiliente al Clima, realizado en el ámbito del Proyecto DAKI – Semiárido Vivo. “Quizás DAKI es la experiencia más consistente que tenemos hoy, mirando a América Latina, de Cooperación Sur-Sur, donde la sociedad civil está en el centro de la acción, donde también involucra al Estado”, explica Antônio Barbosa, coordinador general de DAKI – Semiárido Vivo.
Este es el primer texto de una serie de tres que publicaremos esta semana sobre Cooperación Sur-Sur. Juntos, abordan la Cooperación Sur-Sur entre agricultores en tres regiones semiáridas de América Latina: Corredor Seco Centroamericano, Gran Chaco Argentino y Semiárido brasileño.
Cooperación de agricultores resilientes al clima
El proyecto DAKI – Semiárido Vivo es un ejemplo de Cooperación Sur-Sur apoyado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). La iniciativa produce y distribuye información sobre técnicas de Agricultura Resiliente al Clima, con el objetivo de compartir conocimientos con los agricultores, ayudándolos a adaptarse a las consecuencias del cambio climático.
La iniciativa es pionera en democratizar el acceso a un formato de cursos de educación a distancia con actividades territoriales e incluyendo a agricultores que viven en zonas rurales, muchas veces con poca o ninguna conexión a internet. Así lo dice Ramón, un joven y tutor pedagógico del curso en Salta, Argentina.
“Principalmente, lo que se puede recuperar de esta capacitación es que tiene una plataforma virtual donde puedes intercambiar trabajos y administrar la virtualidad, algo que hasta ahora no se ha hecho aquí en el área, para poder aprender y para los niños socialicen con la tecnología y adquieran ese conocimiento de poder manejarla a través de la virtualidad”, explica Ramón.
Fernando Carranza, apicultor de la Asociación de Productores de la Sierra Tecapa, en El Salvador, es alumno del programa y dice que el intercambio de conocimientos ha permitido la comparación entre tecnologías y técnicas aplicadas a diferentes contextos.
“La experiencia que ganamos a través de las clases nos ayuda a afinar nuestras prácticas en nuestras propiedades. Por ejemplo, en el tema de la extracción de agua, vimos que otros países lo hacen de manera muy diferente a nosotros. La cuestión de las barreras vivas, de cómo recuperar suelos… Hemos visto en algunas clases cómo se han cultivado las partes semiáridas del mundo. Copiamos estas experiencias y las pusimos en práctica, siempre en el ámbito de la agricultura orgánica, con la esperanza de tener un buen suministro de alimentos en el futuro”.
La formación en Agricultura Resiliente al Clima se basa en el conocimiento de los propios agricultores que innovan en la creación de tecnologías para la convivencia con las regiones semiáridas y con el cambio climático. En el ámbito de DAKI – Semiárido Vivo, buscamos sistematizar estas experiencias no solo para que puedan ser aplicadas por otros agricultores, sino también para que a partir de ellas se construyan políticas públicas.
Así lo explica Adriana Nascimento, colaboradora del proyecto en este proceso de sistematización. “Muchas políticas públicas se pueden impulsar a partir de estas experiencias que se han mostrado. Hay experiencias que pasan en algunas comunidades, en algunas regiones y que pueden ser exitosas en otras regiones. Es el potencial de estas sistematizaciones”.
El histórico de la Cooperación Sur-Sur en las regiones semiáridas
El proyecto DAKI – Semiárido Vivo representa una maduración de la relación de cooperación entre los agricultores del sur global. Este diálogo comenzó hace al menos 10 años, con el intercambio de cisternas -tecnología social capaz de almacenar agua, que permite a las familias producir y mantenerse durante las sequías- entre Brasil y otros países.
“Una de las experiencias más destacables para nosotros que fuimos del Chaco a Brasil fue la experiencia del acceso al agua. El problema del acceso al agua existe en todas las regiones semiáridas de América Latina, de hecho, en el Chaco existen serios problemas para el consumo y la producción humana. Y el programa 1 millón de cisternas fue un programa que pasamos muchas veces en estos 10 años, entendiendo su metodología, su forma de trabajar, el éxito tecnológico social, cómo una tecnología social se extendió por todo Brasil y la escala que había adquirido”, recuerda Gabriel Seghezzo, coordinador del Proyecto DAKI – Semiárido Vivo en Argentina. Según Seghezzo, ya hay más de 10.000 cisternas de placa construidas en Argentina.
Cooperación Sur – Sur: Una red de apoyo al desarrollo de las naciones
La creación de la Cooperación Sur-Sur fue atribuida a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 1949, gracias a la creación del primer programa de asistencia del Consejo Económico y Social.
El 12 de septiembre marca la colaboración y la solidaridad entre los países del sur global. El objetivo es generar una red de apoyo entre dos o más países en desarrollo, con realidades y desafíos similares.
Daki-Semiárido Vivo innova en esta agenda al proponer una cooperación que involucra a los Estados, pero es realizada por los agricultores. La iniciativa, además de tener una escala continental de experiencia en cooperación y gestión del conocimiento, contribuye al debate sobre el cambio climático al presentar soluciones basadas en territorios tradicionales y campesinos.
Lívia Alcântara e Nahalie Trabanino